Y con unos gintonics de más, empecemos la noche con muy buen pie y a pesar de los pesares, acabemos a las 6 de la madrugada comiendo un Frankfurt (si, un Frankfurt).
Son esas noches que valen mucho la pena repetir y además, con unas amigas que valen oro y deslumbran por la pista.
Bonito post! Tiene buena pinta este blog...te sigo! :)
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